Saturday, July 15, 2006

UN VIAJE HACIA LO DESCONOCIDO
Este Viajero se fue hasta Andahuaylas


Este es un viaje complicado. Parte uno de Arequipa como a las 8 de la noche, y llega al Cusco 10 horas después. Al instante hay que coger maletas y preparar el viaje hacia Andahuaylas, que dura la enormidad de 12 horas pasando por Abancay y una serie de pequeños poblados, anexos y comunidades campesinas.

Tal vez el único motivo por el que cabría realizar este viaje de día es para poder observar los paisajes que en algunos momentos, especialmente en la última hora del viaje desde Abancay hasta Andahuaylas son sorprendentes. Las cadenas montañosas se superponen unas a otras y van poblando todo con un azul intenso que hace las cosas más apacibles.

Al llegar a las dos ciudades principales de este viaje podemos hacer ciertas comparaciones que bien podrían resultar complicadas, pero no por eso menos reales: mientras Abancay luce como una villa desordenada y poco moderna, Andahuaylas respira un aspecto de ciudad grande en sus avenidas principales y en los comercios y calles del centro.

(Claro, esta es una apreciación a primera vista que recién podré hacer más patente en los siguientes días, cuando dediquemos más esfuerzo a la ciudad de Andahuaylas, en la que habría que dedicar un buen rato a explorar las resonancias de la asonada de los Humala en la comisaría del lugar)

Luego de dar una vuelta por la ciudad, hay que tomar una combi o un colectivo hacia Pacucha, distrito distante unos 25 minutos, y donde, pese a las afirmaciones de las autoridades a nuestro equipo, no existe mucha comunicación. De hecho, ninguna de las firmas de celulares llega hasta aquí, cuando está tan cerca la ciudad de Andahuaylas, algo que llama la atención sin duda alguna.

Pacucha está a orillas de la laguna del mismo nombre, que hasta el momento solo he podido ver como una sombra en movimiento que refleja los cerros y construcciones aledañas. Los vecinos con los que he podido conversar hasta el momento me dicen que hay una playa en el lugar, cosa que deseo constatar, pues sería la tercera a tal altura que conozco en este país.

 Por lo demás, éste es un pueblo pequeño y tranquilo –me dicen que a veces demasiado tranquilo- donde la gente desaparece de las calles antes de las 8 de la noche. El único alojamiento que he podido encontrar es el Mamá Fely, a tres largas cuadras desde la plaza principal y muy cerca de la orilla del lago. La habitación que me han dado es aparentemente cómoda, aunque todavía no he probado las camas.

Saludos.


Friday, June 30, 2006

UN VIAJE RARO A LA CIUDAD DEL CUSCO

El recorrido empezó aqui, en el centro del Cusco. Una plaza muy bonita, y sobre todo cosmopolita... Sin embargo, pese a ser una ciudad tan bella y sobre todo difundida, el Cusco esconde muchas cosas debajo de esa superficie tan pequeña que es el Centro Histórico.

La primera son sus calles. En medio de toda la parafernalia turística que inunda a los viajeros de cualquier ciudad del país, contándoles de las maravillas del Cusco histórico, ese de Qoricanchas, 12 ángulos y museos, existe otro que la gente no puede ver...

X.Ej. ¿Sabían que existe una piedra con 13 ángulos? ¿Y un puma de 36 piedras a la espalda del Museo Arzobispal? ¿Y que hay una imagen de Francisco Pizarro en la Última Cena de la Catedral?

Eso nada más para ver la cantidad de cosas que se pueden saber de una ciudad tan conocida como el Cusco, simplemente preguntando y prestando atención a la gente...

Como decía Robin Williams en "Patch Addams": "Hablen con extraños, marquen números equivocados"... y el cielo del conocimiento se os abrirá...

(El agregado es mío..)

La mayoría de la gente es confiable en cualquier lugar, y ese es el sentido de este comentario: HEMOS OLVIDADO A LA GENTE EN LAS CALLES. Cuando visitamos una ciudad bonita, o una ruina, o un museo, nos olvidamos de conversar, de comunicarnos con la gente, que es al fin y al cabo la que mejor sabe lo que tiene, en un sentido más amplio que el de la simple pertenencia.

La gente en las calles CONOCE su pueblo, su ruina, y (estirando un poco la idea a los vigilantes, limpiadores y otros) sus museos.

Es costumbre ahora, por ejemplo, comprar un ticket para ingresar a un lugar y luego dejarse llevar por los guías, poco curiosos y centrados en un guión aprendido a costa de mucho sacrificio, pero diseñado para ser amplio e impersonal. En todo caso, los guías no lo hacen por mala voluntad, simplemente están ganando su pan. Y eso, en esta vorágine comercial, los hace necesariamente avaros con lo que saben. El tiempo es oro (o en todo caso US$)

Por eso recuerdo -y ójala vuelva a encontrar ese texto alguna vez- que Bryce dijo sobre el viajero y el turista que éste no era más que alguien que sigue rutas y lugares comunes, y que aquel es más bien un alma libre, que busca más allá de las etiquetas de un lugar su verdadera singularidad.

Ójala y eso sea una buena definición de lo que pretendo publicar en adelante.


saludos